lunes, 9 de mayo de 2005
Yo también
La noche prácticamente había terminado. R se portó increíble aprovechando cualquier ocasión para intercambiar miradas y caricias de una forma por demás hermosa. Llegó el momento de la despedida y él se ofreció a llevarla a su casa. Subieron al coche y dejaron atrás la fiesta. Era el primer momento en que pudieron estar solos y sus miradas se cruzaron rápidamente. Un sentimiento indescriptible se apoderó de él y ya no lo pudo contener más. Te amo R, le dijo. Hubo un pequeño silencio y después ella dijo...
Brilla, como la estrella que eres
Brilla, como la estrella que eres
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